Si tú quieres probar algo de BDSM y tu pareja no… Tienes dos opciones:
1.- La resignación.
Es decir, aceptar que tu pareja tiene todo el derecho a no participar en la satisfacción del 100% de tus anhelos… Y, valorar los pros que sí te aporta.
Aún así, aprovecha cualquier momento para comentar los límites de vuestra vida sexual (por ej. una película, un caso en las noticias…) No vaya a ser que tu pareja no se lance porque crea que la vas a rechazar.
2.- La vía diplomática.
Es decir, iniciar un camino de seducción, negociación y pactos.
¿Cómo convenzo a mi pareja para hacer BDSM?
- PRIMERO. No empezar fuerte. Déjate lo de las etiquetas para los diccionarios. Tu no quieres hacer BDSM, ni te va el sadomaso, ni eres ningún rarito. Eres una persona apasionada y abierta de mente y punto pelota.
- SEGUNDO. Partiendo de la base anterior, aplica una curva de aprendizaje deslizante. Empieza por algo de la gama suave, en un entorno que se brinde a ello (por ej. estirarle del pelo en un coito arrebatado contra la pared, arañarle la espalda…) cosillas que puedas justificar fácilmente como un efecto «del momento».
- TERCERO. Explicitar durante y después del evento, lo mucho que te ha gustado ese detalle «duro»: Unos jadeos más fuertes, una pregunta traviesa de «¿repetimos eso?» suelen ser suficiente para que tu pareja te acompañe un trecho más en el camino hacía el BDSM.
- CUARTO. Incremento progresivo y suave, a partir de los logros obtenidos en el punto anterior, ves subiendo el nivel. La mecánica siempre es la misma: Integrar dentro de la dinámica «normal» y expresar tu agrado de forma obvia.
- QUINTO. Preguntar qué tal a la otra parte. Es de suponer que te interesas habitualmente por las sensaciones de tu pareja, pero aquí toca ser más específico: «¿Qué te ha parecido cuando te he llamado puta?» o «¿Te molesta que me corra tanto cuando me tiras del pelo?» El efecto de cada actividad BDSMera tiene que ser preguntado SIEMPRE para valorar si es del agrado o no de tu partenaire.
Si ves que le gusta (o, al menos, no le molesta) lo bien que te sienta, puedes tener una conversación franca sobre el tema. Especialmente, sobre las actividades que no se pueden integrar en las dinámicas sexuales habituales de forma sutil (por ejemplo, que te azote mientras estás atado a un potro, te costará colarlo en un interludio sexual marital de sábado por la tarde).
Si, por el contrario, ves que hay un rechazo, pasa a la opción 1 (resignación) y/o valora la figura del amante, como alternativa.
Bola extra: La masturbación.
Dentro de la dinámica anterior o paralelo a ella; hay un recurso que, si bien requiere algo de valor, es muy eficiente como elemento de seducción hacia el BDSM: La masturbación.
Básicamente, consiste en que te masturbes delante de tu pareja haciendo uso de los elementos que más te exciten del fantasionario BDSM (o al menos, los que puedas gestionar solo).
Este evento se puede realizar durante el coito o por separado (por ej. como preliminar) pero el concepto central es que montes un peep show exclusivo para tu partenaire SIN que este (o esta) tenga que participar. Solo es una demostración.
Obviamente, tiene que tener un resultado espectacular (aunque tu pareja ponga cara de susto, ves hasta el final) y dar pie a comentar el contenido después. Si eres mujer, un skirt como gran final es un valor seguro.
Si, después de dar lo mejor de tu repertorio, tu pareja no se predispone por la labor de acompañarte en tu viaje al BDSM (explicado, pactado y con los límites que se arreglen) y tienes que atrincherarte en la fase «resignación» ya te auguro que tu relación acabará tensándose.
Un apunte de esperanza…
Las relaciones y las personas evolucionan con el tiempo, así que si tu pareja te rechaza ahora, quizás haya una mejor oportunidad en el futuro… Y no descartes contar con un psicólogo para que mire debajo del capó de tu relación, a ver si fallan las bujías.